Sevilla, una de las ciudades más conocidas y bellas de España, el lugar maravilloso que se localiza en un campo acorralado por el agua del río Guadalquivir, que parece flotar efectivamente sobre este, hay que recordar, no siempre fue así.
Durante la existencia de esta bien conocida ciudad española, han sido varios momentos en los que el río Guadalquivir, con su caudal irregular, trató de hundirla y convertirla en la segunda Atlántida.
Recordamos hoy, 4 de marzo, uno de los momentos de los que hablábamos anteriormente y posiblemente uno de los que habían hecho a los sevillanos tocar fondo. Las inundaciones provocadas por el gran río, el 4 de marzo del año 1947, representaron un momento crucial en la historia de la ciudad y de la región que comparten el mismo nombre.
Los sevillanos pasaron al menos seis veces por situaciones en las que el agua les pasaba de los tobillos, en las que seres queridos se ponían enfermos de tuberculosis o hepatitis y en las que perdían todos los bienes que tenían por culpa de las aguas que invadían las calles. Y claro, cada diluvio causó problemas y desastres, pero el de 1947 sigue siendo el que más afectó a la ciudad y a toda la región, causando el abandono de las casas de casi 7000 sevillanos.
Entre los daños más grandes nombramos: las pérdidas humanas, la destrucción de muchos hogares y la transformación de la ciudad en lo que hoy nosotros nombraríamos un verdadero “parque acuático”. Parece que este intento de Guadalquivir de conquistar las tierras sevillanas registró un número de 6.887 de refugiados, según cuentan las crónicas del tiempo.
Un caso más especial entre los aislados fue el del general Gonzalo Queipo de Llano, que se quedo bloqueado en su casa, de Camas, junto con su familia. El alcalde de Sevilla del aquel entonces, Rafael Medina, mandó a las autoridades para rescatarlo, pero al no caber todos en el barco de rescate, el general se negó a recibir ayuda.
Parece que la subida del río, que había llegado a 80 centímetros, causó las inundaciones de Peñaflor, La Rinconada, Villaverde del Río, Alcalá del Río, San Juan de Aznalfarache, Gelves, La Puebla y Coria del Río, entre otras regiones, donde, como consecuencia, se produjeron varios derrumbes. Se cuenta en las mismas crónicas de la época que fueron varios fallecidos cuyos cadáveres flotaron en deriva por las calles llenas de agua, que un barco fue llevado desde los muelles de San Telmo hasta el puerto de Alfonso XIII y que varias casas de las calles San Pablo, Parras y Torrijiano fueron destrozadas.
Más tarde los ciudadanos tuvieron que desaguar el mercado de Entradores y hasta la cripta de la capilla de Nuestra Señora de los Dolores de la Catedral. Durante las inundaciones se habían improvisado hospitales en varios edificios y se habían empezado a hacer donativos para los que habían sufrido más daños por culpa de las riadas de Guadalquivir. En algunos lugares, como por ejemplo Alameda, los labores para retirar el agua llevaron una semana entera.
Con el paso del tiempo, los sevillanos aprendieron su lección y tomaron cartas en el asunto de la pelea que llevaban con Guadalquivir para convertirse en los amos definitivos de las tierras de esa región. Alrededor de la ciudad se armó una fortificación con el fin de proteger la ciudad y sus habitantes de la invasión de sus aguas y con el tiempo, gracias a grandes obras de la ingeniería se pudo finalizar la doma de Guadalquivir que mantiene bajo control la irregularidad del caudal del río.
Gracias a esto, hoy en día, Sevilla es conocida como la ciudad fortificada, la ciudad acorralada por murallas, pero no muchos saben que más allá de ser algo particular de esta ciudad española, es algo práctico, que existe gracias a o por culpa de las inundaciones que existieron en la historia sevillana.
Si quieres leer más sobre los catástrofes naturales que han pasado a lo largo del tiempo en España, mira este artículo.
Fuentes:
- https://sevillasecreta.co/sevilla-ultima-inundacion/
- https://sevilla.abc.es/sevilla/20150304/sevi-sevilla-cumple-riada-201503032153.html