Traduccion: Mădălina Dinu
“Yo también pisé la arena de la eternidad”. Probablemente estas sean las palabras que mejor entrelazan y describen la vida y las obras de Constantin Brâncuși, el escultor rumano que dio un significado diferente al arte en la era moderna. A los 145 años desde su nacimiento, perdura a través de toda la creación que ha dejado un patrimonio cultural al mundo entero.
Paso a paso…
19 de febrero de 1876. En el pueblo Hobița, Rumanía, en La Puerta del Beso entre el aliento divino y las tierras rumanas, llega al mundo Constantin Brâncuși, un recién nacido quien será recordado hasta el fin de los tiempos y más allá..
Toda su existencia será esculpida por lo que ha vivido en la infancia. No va a la escuela, pero lo que será un impulso en su formación, son la habilidad para tallar varios objetos de madera (que generalmente aprende mientras vagabundea por las llanuras con el rebaño de ovejas de la familia) y las repetidas huidas del hogar de sus padres. Târgu Jiu, Slatina, Craiova… Brâncuși llega a trabajar desde muy joven en un taller de pintura, en una tienda de abarrotes e incluso en una taberna.
Otro indicio hacía su camino profesional, es la creación de un violín de madera, que da como resultado la matriculación en la Escuela de Artes y Oficios de Craiova. Su celo por el arte lo empujará a aprender a leer y a escribir por su cuenta.
A partir de aquí, el sendero por el que se marchó de su pueblo natal se convirtió en un exitoso camino hacia su celebridad. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de Bucarest y bajo la supervisión del Dr. Dimitrie Gerota realizó la obra anatómica Écorché, por la que recibió una medalla de bronce y que llamó la atención de Marcel Duchamp, que incluirá la fotografía de la obra en la Galería Brummer, en la ciudad de Nueva York en 1933.
Pero el gran deseo de Brâncuși era llegar a París, entre los grandes artistas de la época. El primer paso en convertir su sueño realidad, era precisamente su primer pedido, el busto de Carol Dávila, que podría cubrir los gastos de viaje, el pago realizándose en dos plazos. Pero los resultados no son los esperados, porque el consejo que evalúa la escultura no está contento con el aspecto de la obra. Con el orgullo herido por la incapacidad del consejo en penetrar la esencia de la escultura, y con solo una parte del dinero, Brâncuși decide irse a París caminando .
(Re) encuentro del propio camino
Viajar a París no fue nada fácil. Brâncuși enfrenta una escasez económica que le impide a encontrar un lugar para pasar la noche, y el mal tiempo que lo hará pasar por una neumonía severa, e incluso tuvo que vender la ropa que aún le quedaba para llegar a su destino.
Pero más difícil que el camino terrestre es el camino artístico. Durante este período, Constantin Brâncuși está en una búsqueda continua de inspiración creativa y definición de su propio estilo. Durante el viaje visita los museos de Budapest, Viena, Múnich y Zúrich que dejarán una huella en su futura creación, así como ocurre con las esculturas egipcias vistas por primera vez en Viena, estilo encontrado en la obra de Brâncuși.
Se convierte en el alumno de Antonin Mercié en la Escuela de Bellas Artes de París, pero se irá al cabo de un tiempo, porque el profesor lo quería conducir hacia el estilo de Auguste Rodin para usarlo en sus obras. Más tarde, Brâncuși es observado incluso por Auguste Rodin durante una exposición, proponiendole que trabaje como discípulo en su taller, pero Brâncuși rechaza la propuesta, a pesar de su admiración por él.
A la sombra de los grandes árboles no crece nada.
Paradójicamente, el camino a París representa sólo un retorno a las raíces rumanas, porque Brâncuși opta por introducir en el lenguaje de sus esculturas elementos con “tradiciones rumanas”, como el pájaro maestro de la mitología popular o los pilares de las casas campesinas.
El significado de la escultura, quintaesencia de la materia
La ruptura de la influencia de Rodin está marcada por el Beso, símbolo del sentimiento más puro, la metamorfosis de dos enamorados en una sola entidad, que captura la técnica de trabajo de Brâncuși y, al mismo tiempo, su credo artístico. Lo que dicta la esencia de una obra es el material en el que se trabaja.
La simplicidad de la apariencia representa la complejidad del significado. Aunque con un encanto abstracto, las obras son solo representaciones intemporales y universales de lo concreto. Y la herencia dejada a Rumanía en Târgu Jiu (dedicada a los héroes de la Primera Guerra Mundial) pone en primer plano la valoración de los elementos y las costumbres arcaicas y populares en una manera moderna. También a través de la sencillez, logra reproducir el sentimiento de apego a la tierra natal, es decir, la Sabiduría de la Tierra.
El 16 de marzo de 1957, Constantin Brâncuși se sentó para siempre en la Mesa del Silencio, siendo enterrado en el cementerio de Montparnasse en París. Pero desde lo alto de la Columna del Infinito, la memoria no perdurará sólo en París, Târgu Jiu o Nueva York, sino que trascenderá cualquier espacio y tiempo.
Fuentes:
- Constantin Brâncuși – Wikipedia
- Lista de esculturas de Constantin Brâncuși – Wikipedia
- Constantin Brâncuși – Centre Pompidou La
- vida del infinito Constantin Brâncuși – Historia
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